jueves, 5 de noviembre de 2009

Los Darwin - 200 Años de Interdisciplinaridad

Aprovechando el 200 aniversario del nacimiento de Darwin se ha organizado en Elche una serie de conferencias sobre la evolución y otras diversas materias. Entre las muchas charlas, casi todas como digo relativas a la biología, se cuela la visita de una de las descendientes directas del propio Charles Darwin, que ni es botánica, ni zoóloga, sino escritora. Asistí a esta conferencia en el desconocimiento absoluto de esta señora, pensando acaso que se trataba de algo relacionado con la Teoría de la Evolución. En realidad, Emma Darwin vino a hablarnos de historia y literatura (y de paso a vender un poco su novela, cosa muy respetable).

Con un cuidado acento inglés y entonación exquisita, la autora de La Aritmética Del Amor, hizo un repaso por la larga lista de sus antepasados. La familia Darwin resultó ser una familia de ilustrados y, a pesar de su personalidad en general excesivamente pragmática, algunos de ellos se dedicaron a artes no científicas, tales como la pintura o la fotografía. Por supuesto, también hubo ingenieros, botánicos, biólogos, ópticos... Resulta curioso comprobar que tan sólo la generación inmediatamente superior a Emma no atesoraba un miembro en la Royal Society. Esta interdisplicinaridad y erudición hacen de la familia Darwin un ejemplo envidiable, por la sabiduría que de padres a hijos se ha transmitido a lo largo de los tiempos.

Pero hasta eso tiene sus inconvenientes, y la novelista (la única escritora de su familia) expresó sus impresiones acerca de esa fama que a veces era más una lacra que una ventaja. Los descendientes de Darwin han tenido que sufrir el estigma de Charles y, en ocasiones, algunos lo han sobrellevado buscando su propio camino, mientras que otros se han aprovechado de la situación. En ese tipo de familias, el no llegar a un nivel adecuado de intelectualidad supone una losa demasiado grande. Algo parecido le pasó a un Bernouilli, del cual se dice que las causas de su suicidio no fueron otras que el incumplimiento de las expectativas intelectuales.

En definitiva, una charla interesantísima sobre la familia Darwin, sólo emborronada por la cansina traducción simultánea y por la presencia de una especie de hormiguero de adolescentes de instituto que, atraídos allí por sus profesores, demostraron que, efectivamente, el ser humano, en un estado evolutivo superior (que no era el caso), procede del simio. Por cierto, que me llevé una novela firmada, que por lo que he visto no es gran cosa, pero eso era lo de menos.

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