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Françoise Sagan |
Opinión:
¿Qué ocurre si mezclamos la película "Mi padre, ¡Qué ligue!", la muerte de Grace Kelly y los juegos de sociedad de El Gran Gatsby (muy por encima, por supuesto), lo agitamos bien todo y lo dejamos reposar durante 50 años? Pues probablemente obtengamos algo parecido a Buenos Días, Tristeza.
La novela de Sagan supuso una revolución de la literatura francesa por la moral distraida de sus personajes, la improvisación de pensamientos y toda una serie de conceptos nuevos que pocos se habían atrevido a experimentar. Como suele ocurrir en estos casos, pasados 50 años, la gracia de la novedad y la transgresión se convierte en demodé y tan sólo nos queda una novela sin más atractivo que la personalidad frívola de la escritora, que se adivina tras leer unos párrafos. Poquito más.
Hablar de introsprección y de Bergson cada tres capítulos no basta para que una novela sea profunda. Los razonamientos sobre las sensaciones de Cécile son superficiales

De todos modos, y puede sorprender mi recomendación, veo aconsejable leer esta novela. Por varias razones, además. Es una novela corta y entretenida (no se perderá mucho tiempo leyéndola), tuvo trascendencia en su momento y eso es siempre interesante. No es, a pesar de todo, una novela mal escrita, ni mucho menos. Por último, y no menos importante, se pueden extraer algunas lecciones de la misma y si se pretende escribir algún día, preguntarse qué es lo correcto y qué no lo es.
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