Todo comienza con un muerto anónimo: en una carretera de Wisconsin, un día de 1990, a un hombre le estalla una bomba en la mano y vuela en mil pedazos. Pero alguien sabe quién era, y con el FBI pisándole los talones, Peter Aaron decide contar su historia, dar su versión de los hechos y del personaje, antes de que la historia y las mitologías oficiales establezcan para siempre sus falsedades o verdades a medias como la verdad. Y así, Peter Aaron escribirá "Leviatán", la biografía de Benjamin Sachs, el muerto, también escritor y objetor de conciencia encarcelado durante la guerra de Vietnam, desaparecido desde 1986, autor de una novela de juventud que le convirtió fugazmente en un escritor de culto, acaso un asesino, y angustiado agonista de un dilema contemporáneo: ¿Literatura o compromiso político? ¿Realidad o ficción?
Opinión:
¿Qué me ha parecido Leviatán? Pues me es difícil decirlo. Auster no termina de atraparme. Leviatán tiene ciertas semejanzas con La Mancha Humana, de Roth, en lo que se refiere a la trama: un escritor que escribe sobre otro hombre, enigmático o especial de algún modo. También el estilo es parecido, quizás Roth rezuma más categoría, aunque supongo que dependerá de gustos. Ese estilo del americano pijo y megaculto, cuyas relaciones son variadas y tormentosas, y que entremezcla asuntos de lo más mundano con debates literarios o filosóficos, aderezados por una incesante y repetida presencia de la guerra de Vietnam, Corea o cualquiera de ellas que se situe en un período cercano de la historia, a veces me aburre soberanamente. Quizás sea que el eterno trauma americano con la guerra (veteranos pirados y un largo etcétera) me cansa, aunque sólo se trata muy por encima. O es que yo soy muy cenizo, eso también puede ser.
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Paul Auster |

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