lunes, 14 de febrero de 2011

El Señor de las Moscas - William Golding

Argumento:


Fábula moral acerca de la condición humana, El Señor de las moscas es además un prodigioso relato literario susceptible de lecturas diversas y aun opuestas. Si para unos la parábola que William Golding estructura en torno a la situación límite de una treintena de muchachos solos en una isla desierta representa una ilustración de las tesis que sitúan la agresividad criminal entre los instintos básicos del hombre, para otros constituye una requisitoria moral contra una educación represiva que no hace sino preparar futuras explosiones de barbarie cuando los controles se relajan. 

Opinión:

He aquí la eterna pregunta: ¿es el ser humano, de natural, un puro instinto agresivo?, ¿o existe algo, a lo que llamamos razón, que lo diferencia de los demás animales? En el Señor de las Moscas hay tres grupos muy bien diferenciados: por un lado, los pequeños, descarriados y dependientes miembros de la sociedad tribal de la que forman parte, únicamente buscan seguridad y alimento; en segundo lugar, los cazadores, liderados por Jack, que reunen las peores cualidades del hombre y, por último, Ralph, Piggy y Simon, los únicos tres personajes que muestran lo que universalmente conocemos por razón. Es verdaderamente reseñable que sólo tres elementos de un grupo tan numeroso muestren alguna forma de bondad o justicia. De ahí, uno se inclina a pensar que Golding no tiene demasiada fe en el ser humano. En esa desproporción, el destino de cada uno de los bandos de la contienda moral que se libra en El Señor de las Moscas es inevitable.
William Golding

Entendida la lección ética de la novela y al margen de ella, la narrativa sencilla y descriptiva de Golding permite disfrutar, con bastante facilidad, de los detalles de personalidad de cada uno de los niños. Me gusta Simon y su silencio inteligente e inquietante. Ralph es quizás un personaje más anodino, estereotipo del líder justo al estilo americano. Y Piggy peca de repelente. Estos dos últimos, sin embargo, mezclan muy bien en el desarrollo de la trama. La poca complejidad del escenario, una pequeña, casi diminuta, isla en medio de ninguna parte, permite al autor manejar la vertiente filosófica dentro de unos límites espaciales y temporales que facilitan la comprensión. Es esto, tal vez, lo que no le permite ser mejor novela. El autor evita pasar una frontera que exigiría demasiada complejidad argumental.

El final cumple las expectativas, algo bastante complicado cuando se espera mucho de la conclusión. En ese sentido, El Señor de las Moscas combina a la perfección el ritmo narrativo y el suspense con la coherencia argumental. Es una novela apta para todos los públicos y muy útil como ejemplo moral de la juventud. No es raro que sea una de las novelas favoritas de los centros educativos americanos junto con El Guardián entre el Centeno. Muy recomendable para el que le guste reflexionar.

 

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